El Bruche espía la red

viernes, abril 20

Esos veinticuatro segundos dichosos


Ya pasó un montón de tiempo, pero mejor lo escribo ahora ante el temor de olvidarlo de nuevo. ¿Se acuerdan de aquella entrada de los avestruces? Un prestigioso lector de esta humilde columna, Roy Centeno, me señaló el significado de dónde proviene la creencia que el avestruz entierre la cabeza ante los peligros. Según Roy, la forma de cazar a las avestruces es con boleadoras o armas similares, entonces, si el animalejo corre y la enganchan de un tiro, el artilugio se le embarulla en las patas y chau picho, caen como mosquitos. Pero la naruraleza es sabia, a pesar del ornitorrinco, y le enseñó a la avestruz que si cuando ve venir una boleadora baja la cabeza, la misma se enredará en tres puntos, las dos patas y el cuello, y cuando vuelva a levantar la frente se pueda desatar facilmente y poder escapar de la parada. Como explicación, está buena, la fuente es un pensador irrefutable, y yo no disponía de nada mejor, asi que por la presente se expende el siguiente certificado de autenticidad y se corrije la primera emisión de este folletín. Ahora pasemos a lo nuevo.
Desde que llegué a Madryn -porque vivo en Madryn, para aquellos lectores que lo desconocían- noté la gran afición al deporte que tiene la ciudad, buceo, natación, atletismo, fútbol, básquet; por todos lados y a todas horas se puede respirar el espíritu olímpico. Pero especialmente me llamó la atención la masividad del deporte de los dos aros, ya que no era una disciplina muy cercana a mi. Al tiempo fui conociéndolo y comprendiéndolo mejor. Pero todavía me quedaba una duda. ¿Vieron el reloj de los 24 segundos? Es lógica su función, hay que tirar al aro antes que transcurran los mismos, sino sería medio un plomazo cada partido, pero... ¿Por qué 24 segundos y no 25, ó 30 ó tal vez 26? Esas preguntas que uno se hace justo antes de dormirse y no lo dejan conciliar el sueño? Veamos si esta explicación satisface nuestra inagotable sed de información.
Allá por 1954 Danny Biasone, recién comprador del equipo Syracuse Nationals,viendo el plantón que era ver al grandote que no largaba la pelota se le ocurrió lo del tiempo límite y desarrolló el reloj que luego se impondría a toda la Liga Nacional de Baloncesto. Parece que este buen señor sacó lápiz y papel y calculó que en cada partido se hacían, promedio, 120 tiros al aro, por otro lado los partidos de la liga duraban 48 minutos, o sea, 2.880 segundos, por lo tanto, después de una simple división, dedujo que se hacía un tiro cada 24 segundos. ¡Voilá! Ya tenemos nuestros 24 segundos. Pero muchos de ustedes, más conocedores de este deporte que este servidor me dirán, “¡Ma´ que 120 tiros! Si hay muchísimos más por partido”. Lo mismo pensé yo, que Danny la había pifiado feo en el cálculo, pero parece que no, lo que pasa es que después de la implementación del reloj, los partidos se hicieron mucho más ágiles, lográndose muchísmos más tiros por partido que antes. ¡Tomá mate!
Y a falta de bizcochos le doy a estas castañas de cajú que me encantan. El problema es que son un tanto onerosas, los maníes son mucho más baratos, pero esos hay que acompañarlos con cerveza, el mate no les sienta del todo. ¿Y por qué serán más caras las castañas de cajú que los maníes? Al final son todas frutas secas dirá algún despistado, y a ese despistado se le podrá contestar que nones, que las castañas de cajú no son frutas secas, por más secas que parezcan. Son semillas. Son semillas de una fruta que tiene forma parecida a la pera, el “anacardo”, que también es comestible. Esta fruta crece en arbustos tropicales, en países tropicales, o sea bastante lejos de estas tierras. Además cada fruta tiene una sola semilla, lo que sumado a la distancia viene a explicar un poco el precio de estas frutas secas, perdón, semillas. Y ahora que sé que la castaña de cajú es una semilla entiendo porque nunca había conseguido que me la vendieran con cáscara.
No diga que no he abultado su bagaje cultural para lograr ser el centro de atención de la próxima comilona familiar; ya no va a ser falta que ahogue con altos porcentajes etílicos su sangre para destacar en las reuniones, no sea tímido y encare a ese grupo de señoritas a la voz de "a que no saben quién inventó los 24 segundos en el basquet", tiene el éxito asegurado. O mejor espere a un día de lluvia, que estas historias son siempre más eficientes bajo las nubes encapotadas.

3 comentario(s):

¡Que bueno Don Bruche, ahora me creo que soy mucho menos burra.
Solamente una duda me quedó: no será "ya no va a hacer falta que..."?

(Me dejó preguntándome si seré un avestruz)

Por Blogger Chinita Jodida, a las vie abr 20, 07:47:00 p. m.  

Gracias...

Lo contaré en las fiestas y todos me admirarán, me ha dado por confiar en tí.

Aunque lo de la avestruz me podría causar problemas...


Saludos

Por Blogger Afilada y trémula, a las sáb may 26, 01:45:00 p. m.  

De nada, afilada y trémula (que pensándolo bien es como una mezcla medio jodida, no?)
Ahora que me han escrito, en una de esas mañana agrego algo, depende de la ola polar.

Por Blogger Javier Arias, a las dom may 27, 01:03:00 a. m.  

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