El Bruche espía la red

lunes, mayo 28

Richelieu era un tipo muy quisquilloso


Una nueva curiosidad que involucra al bueno de Richelieu...
Antes de empezar con una nueva historia curiosa, me gustaría proponerles un pequeño juego mental. ¿Se animan? Bueno, tampoco es para tanto, no se me vayan, que es sólo imaginar una situación. Supongamos que corren los siglos dorados del Renacimiento, allá por los mil seiscientos y algo, apartemos un poco el desagradable olor que seguramente envolvía todas las ciudades, que ya tendremos de qué espantarnos. Es más o menos la hora de la cena y nosotros somos parte, afortunadamente, de la corte del palacio. Digo afortunadamente, porque si nos imaginamos sólo pueblo raso, tal vez este juego sería bastante deprimente.
Así que estamos ya emperifollados y dirigiéndonos a la gran mesa plagada de exquisiteces, justamente, palaciegas. No sentamos lo más lejos de ese que sabemos que no se baña desde hace mes y medio (nosotros somos limpitos y lo hacemos dos veces por mes) y le encaramos a ese pato relleno antes que se espabile nuestro compañero ocasional. Después vendrán algunas ensaladas, tal vez sopa, algo de puré de esos tubérculos que los españoles trajeron del Nuevo Mundo y más tarde confituras y postres. A este ritmo ya debemos haber engrosado unos seis o siete centímetros nuestra cintura. Pero no se preocupen, acuérdense que esto solo es un juego. Llegó la hora de la amena conversación de sobremesa, giramos la mirada y qué nos encontramos, un patán con el morro engrasado y muy molesto con ese nervio de pollo atravesado entre dos muelas, que trata de extraer con un largo cuchillo de punta afilada. Pero qué tipo desconsiderado, estamos a punto de comentárselo a nuestro compañero de la derecha, pero vemos que está en la misma actividad, pero un poco más concentrado, los ojos cerrados, el ceño fruncido y una mano estrangulando involuntariamente a un sirviente. Díganme si no es una imagen sin lugar a dudas desagradable, ¿no?
Bueno, ¿vieron los cuchillos de punta redondeada que todos tenemos en nuestras cocinas? ¿Me creerían si le digo que esa imagen del juego anterior tiene mucho que ver con la existencia de este tipo de utensilios? Es que en un año cercano a nuestra cena de pato relleno, en Francia, vivía el cardenal Richelieu, que parece ser que entre sus virtudes no se contaba justamente la paciencia, es más, era bien conocido como un comensal altamente quisquilloso, que no toleraba la menor trasgresión al decoro. Se sabe que una noche le reprochó a un comensal que usara la punta del cuchillo como escarbadientes, lo que no se sabe es cómo terminó el desafortunado comensal. Pero el célebre cardenal no se contentó con una simple admonición, al día siguiente ordenó a un mayordomo que, a fuerza de lima, redondeara la punta de todos los cuchillos del palacio. Con el tiempo la innovación de Richelieu se expandió a toda Francia y la mayor parte del mundo occidental. Ya para el siglo diecinueve la mayoría de la gente “bien educada” tenía grandes dificultades para lancear a los esquivos porotos con los nuevos cuchillos romos.
Así que ya saben, cuando se encuentren en un restaurante y se estén peleando con esos cuchillos sin filo ni punta, antes de reclamarle al mozo uno nuevo, pueden mentar a la familia del cardenal y a su visionaria obra de buenas costumbres.
Y hablando de comidas, qué mejor que hacer ejercicios para bajar esa pancita, ¿o vamos a esperar hasta la primavera para aprovechar sin culpa las lentejas de junio? Aunque hacer ejercicios es una cosa y lo que pretenden estos muchachos va un poco más allá de bajar algunos kilitos.
Un sitio de internet aseguraba que si 600 millones de personas saltaban al mismo tiempo, nuestro planeta cambiaría su órbita y se solucionaría el problema del calentamiento global. Así es señoras, señores, la idea era ponerse el joguing y esperar la voz de “¡Ahura!” para pegar el saltito. Los creadores del sitio World Jump Day explicaban que un cambio en la posición del planeta podría detener el calentamiento global, extender las horas de luz solar y crear un clima más benévolo y homogéneo en todo el mundo. Vale decir que las intenciones eran buenas... Y para lograr ese cambio, lanzaron una iniciativa para reclutar a 600 millones de seres humanos que dieran un salto al mismo tiempo para modificar la órbita terrestre.
Para demostrar que no eran unos desorganizados programaron con exactitud la fecha, el 20 de junio del 2006; la hora del salto, obviamente, dependería de la región donde se encontrara la persona que fuera a saltar. Hasta tenían en el sitio una herramienta que permitía saber a la hora exacta en que había que saltar en cada zona para lograr cambiar la órbita del planeta. Cuando me enteré, lo único que realmente me preocupaba es que hubieran hecho mal los cálculos y si saltaban muy fuerte, mandaran todo el mundo al mismísimo carajo. Pero, ya pasó casi un año y todavía no se pudieron ver los efectos de tan magnánimo proyecto, aunque pensándolo bien, con el frío polar de estos días, algo con el calentamiento global deben haber logrado, ¿no?

5 comentario(s):

Hola Javier, soy Pablo Suelto de A&B, bolas... pone una foto, decime tu apellido, algo?

Trato de acordarme y se me borran la personas como en la foto de volver al futuro! ja, ja

Muy bueno tu blog!

abrazo,

pablo

Por Blogger Pablo, a las mié dic 19, 05:46:00 p. m.  

Pablo, salió mail.

Por Blogger Javier Arias, a las jue dic 20, 12:27:00 a. m.  

Qué bueno tu blog... Me encantó.

Por Blogger Donato, a las vie ene 11, 08:13:00 p. m.  

Si el último post lo hiciste el 28 de mayo ¿no es éso ser un apóstata del bloggerismo?
Casi es una confesión de parte...

Por Blogger Fender, a las vie ago 22, 04:27:00 p. m.  

yo no lo voy a llamar apóstata, pero que tira la piedra y esconde la mano, sí.

Por Blogger Dra. Ruth, a las mar ago 26, 09:44:00 p. m.  

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