El Bruche espía la red

sábado, diciembre 16

Entre Mc Donalds, IBM y la caida del pelo



Hay días en que las musas juegan a las escondidas y nos dejan de garpe frente a la pantalla o al papel, como si fuéramos extraños parias sin derecho a la inspiración.
Son esos días en que hay que recurrir a la violencia física para desgranar aunque sea dos caracteres seguidos con cierto sentido.
Aunque más que la violencia física, que no habiendo nadie cerca me tendría que infringir a mí mismo, y no soy muy dado al masoquismo, mejor sería una buena hamburguesa, ya que yo me inspiro con más de 200 calorías en el cuerpo. Hace ya varios años yo vivía en Buenos Aires, en estos casos todo era mucho más simple, salía a buscar el primer Mc Donalds y me pedía un combo gigante (si 200 calorías traían ideas, bajo la regla de la proprocionalidad, 800 debían ser una explosión de creatividad). Y cada vez que me enfrentaba a uno de esas cajeras sonrientes, apostaba mentalmente si esa vez podría engancharlas en un desliz marquetinero, pero nunca, nunca se equivocaron. Pucha con el lavado de cerebro de las grandes multinacionales. Hagan la prueba y fíjense si cuando les entregan el pedido la “M” de Mc Donalds está mirando hacia usted. Si no lo está, les pido un favor personal, regístrenlo graficamente, a falta de cámara fotográfica les acepto un bosquejo en una servilleta.
Y hablando de letras y sobre algo mucho más accesible por estas tierras tan alejadas de la mano, no ya del Señor, sino de las grandes cadenas de fast-food, les propongo un pequeño desafío, ¿a ver cuánto tarda en averiguar cuál es la única letra que no figura en una tabla periódica?. Dele, yo los espero, busquen una tabla periódica en alguna página de internet y díganme sus tiempos.
...
¿Ya está? ¿No? ¿Ni siquiera buscaron un mísero sitio? Claro, total, si yo se lo voy a decir en el siguiente párrafo, ¿no? Bueno, sí, para eso estoy acá. La única letra que no figura en la tabla periódica es la “J”. Justo la “J” que es la inicial de mi nombre, ¿será que no existe ningún elemento Javierilio, o Jardón. No sé, tal vez estemos en presencia de una conspiración internacional o de algún mensaje oculto de la naturaleza. Por si acaso mejor cambiemos de tema porque pueden estar leyéndonos.
Es más, mejor cambiemos radicalmente de tema, no vaya a ser cosa.
Cuenta la leyenda que Stanlin Kubrick, cuando estaba filmando su antológica "2001, Odisea del Espacio" quiso usar a IBM, la marca de la computadora más famosa del momento, para darle nombre a la acompañante de su protagonista en el viaje interestelar. Si alguien recuerda el film, se trataba de la mala de la película, mala, malísima, se volvía loca, cerraba y abría puertas, parecía una especie de Linda Blair de "El Exorcista" pero sin tanto vómito verde, pero con muchos más transistores. La cosa es que IBM no quería saber nada que su marca se relacione con una computadora que se volvía loca en cualquier momento (Bill Gates no fue tan escrupuloso e inventó Windows) así que prohibió que usaran su nombre en la película. Kubrick se encaprichó mal con el tema y finalmente tuvo que ponerle HAL a la computadora, que no es más que las letras inmediatamente anteriores a las que forman la palabra IBM.
Bueno, parece que tan mal no viene la cosa, al final salieron un par de anécdotas que pueden servirles para cualquier ocasión, inclusive para unos quince minutos de fama en el próximo cumpleaños de quince al cual sean invitados. ¿Eh? ¿Que quince minutos es muy pichulero? A ver si llegamos a media hora con ésta...
Leí por algún lado que cada año, el 98% de los átomos del cuerpo humano son sustituidos. Me quiero imaginar que son sustituidos por otros átomos de mi cuerpo. O sea, ¿o van cambiando de lugar y donde el año pasado tenía un pie hoy tengo el hígado?, ¿o dónde tenía la arteria femoral ahora están los molares superiores; o directamente soy otro?. ¿O sería algo así como que cada año renovamos todo nuestro parque automotor? Me gusta más la primera opción, prefiero estar todo mezclado que tener átomos ajenos y los propios dando vuelta por ahí.
Otra del cuerpo humano: ¿sabían que el cabello crece mas rápido durante la noche, y perdemos en promedio 100 pelos por día? Menos mal que hablan de promedio, porque me miro todas las mañanas y no me la creo esa de los 100 por día, me parece que en la curva de ese promedio yo salí perdiendo.
Bueno, ya está, lograron deprimirme, cada vez que hablan de mi pelo me pongo así. No, no, ya es tarde, no me vengan ahora que los pelados son más viriles, que parecen más inteligentes y que lo que pasa es que la creatividad recalienta las raíces capilares, me sé todos esos cuentos y no sirven de nada cuando en los picados de fútbol te gritan: “¡Ey, pasala Pelado!
¿Encima quieren que siga escribiendo? Ok, pero conste que lo hago contra mi voluntad, en total desacuerdo, y como señal de protesta le voy a tirar dos datos tan pusilánimes que cuando los cuenten en ese cumpleaños de quince todo lo trabajado hasta ese momento se va a diluir en un abucheo generalizado. No quiero quejas después.
Primero: Las ovejas no beben agua en movimiento. Jeh... ¿Pensaban que era broma lo mío? No, no, cuando me enojo puedo ser peligroso. Ahora digo yo, ¿será que no pueden tomar agua cuando viajan en tren o cuando están caminando?
Segundo: Los ojos de un hámster pueden salirse de sus orbitas si lo cuelgan cabeza abajo. Si fuera un poquitín sádico ya saldría a la primera veterinaria para comprobarlo, pero no se preocupen, no lo soy. Pero recuerden en contar esta curiosidad al final de la noche, puede llegar a salvar la velada cuando tres borrachos empiecen a buscar en la pieza de los chicos a ese ratoncito que tenía la Mariela en la pecera de vidrio, y toda la fiesta se desmadre en una orgía de desaforados con hamsters colgando cabeza abajo.
Que los disfruten en su próxima fiesta en un día de lluvia, yo me voy llorando bajito por mi melena perdida.


Seguir leyendo el resto

viernes, diciembre 8

Todos podemos ser Einstein por un día



Internet es mi segunda mujer, circunstancia que no hace sonreir mucho a la primera, por cierto. A más de uno de ustedes les debe pasar algo similar, a veces estoy más tiempo saltando de una página a otra que durmiendo, pero bueno, que hay tareas más ingratas, como ser voceros de George Bush, por ejemplo.
El otro día, mientras revisaba unos viejos apuntes de la historia de Internet y de cómo fue creada me di cuenta que por ningún lado figuraba de dónde habían sacado el nombre, aunque no faltará quien me diga que no gastaron muchas neuronas al generarlo, que con la palabra “internacional” y la palabra “net” (red en inglés) se caía de maduro. Pero hoy voy a proponer otra posibilidad, posibilidad que hasta que no me llame por teléfono un responsable del gobierno americano con cargo en la secretaría de comunicaciones y con título al menos de licenciado, voy a seguir creyendo.
Remontémonos varios años en la historia. Hacia mediados de los ´50 y principios de los ´60, muchísimo antes que una red que conecte a todo el mundo sea siquiera imaginada, y mucho antes también que la red ARPAnet fuera desarrollada por el ejército de la Estados Unidos en 1969, existía en Buenos Aires algo que bien puede ser considerado con derechos legales sobre este descubrimiento. Sí, acá en Argentina, de donde es originario el dulce de leche, los colectivos, la birome, las huellas dactilares y Maradona.
Como decía, por esos años existía en Buenos Aires una marca de medias de mujer que se fabricaba y vendía en nuestro país, cuando estaban de moda aquellas medias de red, de nombre “Internet”. Me encantaría saber si alguna lectora memoriosa las recuerda y si puede apoyar mi suposición. Si es así, tenemos un futuro promisorio de juicios ganados por delante.
Sigamos en el entorno informático, un nuevo dilema, ¿alguien sabe por qué los CDs, o discos compactos, si se quiere, duran exactamente 74 minutos? Seamos sinceros, es una cifra bastante caprichosa, ni 75 ni 70, 74 minutos. Luego de buscar y perder tiempo inutilmente (por cierto, menos de 74 minutos) di con una respuesta, que por lo descabellada me parece la más atinada. Los CDs duran esta cantidad de tiempo, porque es la duración exacta de la novena sinfonía de Beethoven interpretada perfectamente según los canones. Si dura más o menos está mal interpretada. Tomá mate.
Y mientras topman mate, los acompaño con esta pequeña anécdota de Einstein, que para algo puse ese título. Allá por lo años 20, al poco tiempo de haber publicado Albert Einstein su primer trabajo sobre la teoría de la relatividad, empezó a hacerse famoso en toda Europa y era con frecuencia solicitado por las universidades para dar conferencias sobre ella. Dado que no le gustaba conducir y sin embargo el coche le resultaba muy cómodo para sus desplazamientos, pusieron a su disposición un auto con chofer para que se trasladase a estas universidades. Obviamente en todas tuvo tremendo éxito. Pero si bien los aplausos era atronadores al cierre de sus disertaciones, debido a lo novedoso y difícil del tema, en ningún lugar se atrevían a realizar ni una pregunta.
Y así pasaron los días, Einstein y su chofer recorriendo universidades; el chofer siempre sentado en la última fila, escuchando atentamente la exposición del profesor. Después de algunos meses, al ver que Einstein se notaba cansado y un poco aburrido de repetir siempre las mismas palabras, el chofer le dijo a Einstein: "Profesor, le quiero proponer un trato. Yo no entiendo ni una palabra de lo que usted dice en sus conferencias, pero tengo una excelentísima memoria, y recuerdo palabra por palabra de su exposición, incluyendo todas las fórmulas. Además me imagino que usted estará cansado de repetir siempre lo mismo y que nadie le hace preguntas. Por otro lado, a mí, como pobre chofer, jamás nadie me aplaudió, y entonces le propongo que cambiemos nuestros roles, yo doy la conferencia, total nadie hace preguntas, mientras usted descansa y puede meditar sobre otros problemas".
Einstein lo pensó un poco y finalmente autorizó al chofer a que dé la conferencia, verificó que efectivamente la pudiera dar sin un solo error, y accedió al pedido. El chofer se dejó crecer un poco el pelo para parecerse más a Einstein, el profesor se puso el traje azul oscuro y el gorro del chofer y comenzaron la experiencia.
El chofer dió perfectamente la conferencia, siempre coronada con grandes aplausos, mientras Einstein se sentó en la última fila, fumando pipa y descansando.
Todo iba perfecto, sin ninguna pregunta, hasta que llegaron a una universidad de Baviera. Cuando el chofer terminó la charla, y ya los asistentes están comenzando a aplaudir, del fondo de la sala se escuchó una voz que dijo: "Dr. Einstein: yo no comprendí todo lo que usted dijo y quisiera que me explique con detalle el significado de los términos de la ecuación número 3, que todavía se puede ver arriba a la izquierda del pìzarrón".
Fueron unos segundos de hondo dramatismo, como diría un comentarista televisivo de películas mexicanas, el chofer titubeó un solo instante, imperceptible para el público, y enseguida replicó: "Mi querido profesor, me extraña que usted me haga esta pregunta. Lo que usted quiere saber, en realidad lo sabe cualquier persona. Es más, hasta mi chofer aquí presente se lo podrá explicar".


Seguir leyendo el resto

sábado, diciembre 2

De como los teclados nos llevan a los ingleses



Una semana más y aquí les dejo otras curiosidades para amenizar las tardes de mate y tortas fritas.
El silencio se llena de sonidos, los papeles de palabras y los blogs de caracteres. Hace años se usaría una pluma y un tintero, pero hoy tengo este teclado, que aparte que la tecla espaciadora me hace caso sólo cuando quiere, se lleva muy bien con mis golpeteos. Pero ahora que lo miro con detalle, me pregunto, y estoy seguro que ustedes alguna vez también lo han hecho, ¿qué mente más retorcida dispuso de esta forma las letras en el teclado? Porque no me van a decir que no sería extremadamente más lógico que estuvieran distribuidas en forma alfabética. Investigando un poco me vengo a enterar, y por ende, en este momento, ustedes se viene a enterar, si no lo sabía por otro medio, que el tipo de teclado que utilizamos en nuestras máquinas de escribir y computadoras se conoce con el nombre de "QWERTY". Sí, sí, ya sé, el nombre es más extraño que lo que nomina, pero tiene una explicación, son las seis primeras teclas alfabéticas que aparecen. Mírelas, ¿vió que yo no mentía?
Parece que en el año 1874 se introduJO en el trabajo de oficinas la máquina de escribir Remington, pionera en poseer esta disposición de teclas. Fue diseñada por el tipógrafo estadounidense Christopher Latham Scholes en 1873, quien previamente había inventado otra para imprimir números.
Pero, mucha historia, mucha historia, pero de lo que nos interesa, la distribucion letreril, naranja. No se me apuren que caminando se llega a Roma; cansado, pero se llega. Sobre la colocación de las letras parece que hicieron varias pruebas y descubriendo que muchas configuraciones, como la alfabética, hacían que se atascara la máquina. Parece que cada vez que tenían que escribir, por ejemplo: “The pupil is in the classroom” se le hacía tal manojo de alambrecitos adentro del aparato que se tardaba más desmadejando el embrollo que escribiéndolo a mano; finalmente dieron con una distribución aceptada por todos; afirman los que saben que la Remington tenía distanciadas entre sí las letras más usadas en el idioma inglés, para dar mayor rapidez al dactilógrafo. Obviamente, más aceptadas por todos, por todos los ingleses; los latinos que vinimos después en la evolución tecnológica, a jorobarse; que para eso tenemos eñes y haches mudas, qué tanto.
Esto de los ingleses me hace acordar a... los ingleses, que cosa. Siempre me pregunté por qué estos buenos señores manejan por la izquierda. ¿Alguno de los aquí presentes tuvo la oportunidad de conducir en Inglaterra? El aquí escribiente nunca, pero lo imagino como algo sumamente dificil, casi tanto como recitar el Martín Fierro pensando en la tabla de 9.
De hecho, ¿por qué conducen por la izquierda? Según dicen, antiguamente, cuando el medio de locomoción por excelencia era el carruaje tirado por caballos, se estableció que circular por la izquierda preservaría a los peatones en las aceras de un posible latigazo del conductor, quien siempre se situaba a la derecha del vehículo. Ya que de igual forma el manejo del látigo se hacía generalmente con la mano derecha, al circular los carros por la izquierda el impacto del látigo se produciría hacia el lado central de la calle. Está visto que no era nada seguro andar caminando entre tanto latigazo.
Esto no era sólo costumbre en Gran Bretaña, sino en todos los países donde hubiera algo de sentido común, seamos sinceros, que a nadie le gusta andar recibiendo lonjazos ajenos. Sin embargo, con la llegada de la tracción mecánica y el carrozado completo de los automóviles, se adoptó como mejor posición para el conductor el asiento izquierdo del coche, para así manejar la palanca de cambios con la mano derecha. Esto derivó, a su vez, en la aceptación de que conducir por la derecha era más idóneo, para que así la visiblidad del otro carril estuviera siempre en el lado del conductor. Ajá... ¿Y los ingleses? Nones, que las tradiciones son las tradiciones, que si el té se toma a las cinco de la tarde y los jueces tiene que llevar peluca, los coches tienen que seguir yendo por donde siempre fueron, que al fin de cuentas es más facil construir toooodos los coches con la palanca a la izquierda y qué tanto. Y de ahí vendrá tanta caja automática en los coches ingleses...
Bueno, que me fui un poco de tema, que tengo que contar la historia curiosa de la semana, que ya es tiempo, ¿no?. ¿Cómo que se acabó el espacio? Con tiempo y sin espacio, me siento en una novela barata de ciencia ficción. Allá ellos, que se la pierden, y eso que tenía unas historias curiosísimas para estos días de lluvia....


Seguir leyendo el resto