El Bruche espía la red

viernes, junio 12

Somos todos unos imbéciles

El otro día leía que la aerolínea francesa, que cuenta con más de doscientas almas en su haber –al menos en el último año-, está diciendo ahora que es muy probable que hayan estado entre la tripulación del bendito Airbus dos personas que estaban siendo investigadas por terrorismo. O sea, la mejor forma de zafar de la impericia propia o el mal estado de algún aparatejo que desplomó esa mole con alas al mar es ponerle la cola no al burro, sino a la Jihad. Pero yo me pregunto, ¿somos nosotros los pelotudos, nos tratan de pelotudos o son ellos directamente los pelotudos?
Porque cuando yo subo a un avión para ir de Trelew a Buenos Aires me hacen pasar por máquinas y detectores, y si me suena la chicharra por una moneda perdida en los calcetines, me mandan a un costado con un señor con cara de pocos amigos que me mete mano hasta por donde no me toca ni mi esposa, buscando vaya uno a saber qué adminículo o arma oculta. Y si yo, un pobre cristiano, que se asusta de los fuegos artificiales, no puede entrar a un avión ni con la envoltura metálica de un par de chicles dietéticos, ¿me puede decir usted cómo mierda pueden subir a un viaje transoceánico dos tipos que las fuerzas de seguridad tienen catalogados como potencialmente peligrosos e investigados por terrorismo? ¿Eh, cómo? No les digo que somos unos imbéciles, todos…
A una amiga se le enfermó el menor de sus vástagos, dieciocho horas tuvo que esperar al médico, hasta que se cansó, levantó al pobre crío afiebrado y lo puso frente a una guardia atestada. ¿Todo por qué? Porque en esta época resfriarse o engriparse es más común que morderse la lengua, pero con esto de la gripe porcina y la declaración de la pandemia mundial a manos de los prolijos señores de la OMS, uno estornuda y ya está viendo tragedias en la puerta de la casa. ¿Y qué hace uno si se engripa? Se toma un garompol y se mete en la cama un pare de días. ¿Pero qué hace uno si todos los diarios nos muestran que allá murieron tantos, que acullá cayeron otros más y que mejor prevenir que curar, que si no es dengue es gripe porcina y si no es gripe porcina vaya uno a saber qué bicho de mierda mutante nos pescamos en el kiosco de la esquina? Minga que me meto en la cama, que después leemos que el otro tipo en Chile espichó por no ir al médico. Y leemos por otro lado que el gobierno dice justamente que si nos duele la cabeza mejor llamemos a un médico, por si las moscas. Y después es el mismo gobierno el que dice que nos pusimos todos paranoicos y que por eso se saturó el sistema sanitario y que déjense de joder, que por un resfrío no se muere nadie. Pero la puta madre, ¿quién los entiende? Será nomás que somos todos unos imbéciles.
Y veo que se me venció el maldito registro de conducir y voy a la maldita oficina de tránsito. Entro ya berreando porque me voy a tener que comer una amansadora, para después que me saquen fotos, plata y paciencia. Y encima seguro voy a tener que volver a rendir el fucking examen teórico y después el práctico, soportando a un aburrido inspector que me tome examen de cómo manejo, a mí, que manejo hace veinticinco años. Y la concha de la lora.
Y no, que sólo me tengo que comer una cola en el banco para depositar diez pesos pedorros, pedir un certificado de no sé qué miércoles de antecedentes y listo. Mañana me da el nuevo registro.
Pero… ¿Cómo esto? ¿Entonces para que recontra carajos tiene vencimiento el registro sino te toman examen, no te miran los ojos, ni si quiera el culo? ¿Eh? ¿Para qué? Porque si al final era que les depositara diez pesos y garpara treinta el nuevo plástico, que me manden la factura a casa y no me jodan la vida.
Es que definitivamente debemos ser unos verdaderos imbéciles. De cuerpo y alma.